Durante un debate en un foro online, se dijo esta gran VERDAD: “Los políticos y los oficiales de alto rango del Ejército no son fanáticos del islam, son astutos. Lo usan como táctica para avivar el conflicto en Cachemira. Gracias a ello, engañan tanto al público como a los medios extranjeros, y manipulan a sus oponentes.”

Pero quisiera añadir un par de detalles, a raíz de mis observaciones personales sobre las actividades políticas, diplomáticas y comerciales de la ONU:

1- Los “oponentes” no existen, salvo en un sentido deportivo, como cuando un equipo de fútbol juega un partido contra otro. Claro que a veces un equipo puede ser sobornado para dejar que su “oponente” gane.En conflictos que son políticos, la mayor parte de los sobornos vienen del comercio (vendedores y compradores) de productos militares, desde diminutas balas hasta gigantescos buques de guerra. Es una práctica normal, y necesaria, debido al alto nivel de competencia.

2- No hace falta que los políticos “engañen” a los medios de comunicación, ya que son sus aliados. Por eso es que cuando hay galas o banquetes importantes de un gobierno, los medios más influyentes siempre están invitados, siempre están presentes.Los políticos, en connivencia con los medios de comunicación, engañan al público y al mundo.

Sin embargo, no se le puede echar la culpa ni a los políticos ni a los medios. La culpa es de la sociedad o la humanidad ignorante, estúpida y pasiva. La situación “corrupta” mencionada más arriba se debe a que las sociedades, al aceptar pasivamente a las Fuerzas Armadas (creyendo ingenuamente que existen para su seguridad y defensa), están obligando a que sus gobiernos les mientan. La guerra es ilegal, invadir países es ilegal, promover el odio y las divisiones sociales es inmoral. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todo ser humano tiene derecho a la vida, a la vivienda, a la educación, la salud, el trabajo y la paz.

Los conflictos militares generan lo opuesto: muerte, pérdida de viviendas, desempleo, analfabetismo y condiciones insalubres.

Semejante inmoralidad e ilegalidad solo pueden ser encubiertas por las mentiras de los medios en nombre de esos “políticos y oficiales de alto rango”.

Esperar otra cosa sería tan ilógico y absurdo como esperar que un gobierno fomente la producción y el comercio de automóviles, pero que prohíba que la gente pueda conducirlos.

Alberto
Presidente de HUFUD