En su artículo en el periódico Evening Standard de Londres, el 13 de diciembre de 2016, Patrick Cockburn escribe: «La recaptura por el Estado Islámico (IS) de la antigua ciudad siria de Palmyra muestra que el grupo más cruel y más violento del mundo aún se encuentra en el negocio».

Tristemente, el Sr. Cockburn no completa su evaluación. Si yo hubiera sido la persona que escribió las palabras anteriores, habría agregado «porque EE. UU., Reino Unido, Rusia, Irán, Iraq y otros actores clave, NO PERMITEN que el Estado Islámico se salga».

Las actividades del Estado Islámico son un tremendo impulso para el Comercio de Armas. Es por eso que Hillary Clinton y Barack Obama los elogiaron. Esta es la razón por la cual Estados Unidos y el Reino Unido tienen una relación tan estrecha -incluso «amistad»- con Arabia Saudita, los generosos partidarios del Estado Islámico.

Patrick Cockburn informa felizmente que el Estado Islámico «siempre combinó ferocidad despiadada con experiencia militar», sin informar a sus lectores sobre «quién» transformó un grupo de hombres religiosos en un ejército de combatientes feroces y «quién» los entrenó, y por «cuánto».

NO es estudiando o recitando el Corán, orando cinco veces al día o ayunando durante el mes de Ramadán que los soldados ganan «experiencia militar».

Si miles de sirios están muriendo o huyendo de sus hogares es simplemente porque esto es lo que las potencias occidentales y Rusia «quieren». Nuestros medios llaman al régimen del presidente Assad una «dictadura». Es por eso que Tony Blair declaró que Assad era la «mejor» opción para Siria. Lo que Blair realmente quiso decir, pero no pudo pronunciar esas palabras, «con Assad podemos garantizar unos pocos años de negocios militares muy lucrativos».

Diciembre, 2016