Esto es clara evidencia de que todas las organizaciones por la paz han fallado. Con todos los respetos por sus esfuerzos, tengo que admitir que, al no exigir la Abolición del Militarismo, han estado perdiendo el tiempo. Esto no debería sorprender, lo vengo diciendo desde hace más de 60 años, a partir de mi estadía en Ginebra, Suiza, donde fui testigo de lo que mis contactos en las Naciones Unidas estaban haciendo: “así como los instrumentos musicales son fabricados para hacer música, los instrumentos bélicos se fabrican para hacer guerras”.

Tener fuerzas armadas para la paz es un concepto tan absurdo como las orquestas para sordos o el cine para ciegos. Tiene tanto sentido como usar aire acondicionado en el ártico y calefacción central en zonas tropicales.

Lean con atención lo que ha organizado “el think tank del año” (https://rusi.org/landwarfare). A los gobiernos con fuerzas armadas no les queda más opción que fabricar enemigos. Al comienzo, los enemigos serán “posibles” o “imaginarios”; luego, algunos se volverán reales gracias a negociaciones diplomáticas, agentes secretos y la prensa cómplice. Ante la necesidad de promover la venta de armas, los gobiernos no pueden hacer otra cosa más que organizar conflictos militares, dónde sea. Utilizarán cuestiones religiosas, territoriales, étnicas, nacionalistas o de recursos naturales como desencadenantes. Esta es la realidad desde que terminó la última guerra mundial, hace casi 76 años.

La Abolición Universal del Militarismo es el único camino hacia una paz universal.

Alberto Portugheis
Presidente de HUFUD