Estimado Sr. Khan,
En una entrevista publicada recientemente en el diario Evening Standard, usted dijo que no le gusta la sociedad violenta en la que vive, que su propia vida corre peligro, no solo por su ocupación sino también por su religión y su color de piel.
Me gustaría hacerle algunas preguntas: ¿a sus hijos se los incentiva para que se alisten en las Fuerzas Armadas británicas cuando cumplan sus 18 años? ¿Se los educa para proteger la libertad y la democracia británicas, y para liberar a los ciudadanos del mundo de dictadores crueles para que así puedan tener las libertades que disfrutamos en el Reino Unido? ¿Se les enseña que China y Rusia son los enemigos de Gran Bretaña y que nuestras fuerzas armadas nos protegerán si el país fuera atacado?
¿Está preparando a sus hijos para que se ganen la vida aprendiendo a matar con ametralladoras, tanques, lanzamisiles, helicópteros y aviones de combate, buques de guerra y drones? ¿Los está acondicionando para ser enviados a la guerra una vez que el gobierno dé la orden, para matar personas que nunca conocieron y que no les han hecho nada, a sabiendas de que podrían regresar en un cajón?
Si su respuesta es positiva, entonces no puede quejarse. Vive en el mundo que ha creado. Celebre a sus hijos, los “héroes”, con todos los demás padres. Sin embargo, la gran mayoría de la población no comparte su punto de vista. Le damos amor y educación a nuestros hijos y deseamos que tengan vidas largas y felices, no vidas truncadas por gobiernos que deciden resolver sus problemas ordenando cobardemente la lucha contra el enemigo que ellos mismos han generado.
Hace mucho que está en política como para saber que la única forma en que Gran Bretaña puede ir a la guerra es con las fuerzas armadas, y para ello necesita atraer a millones de jóvenes hacia un trabajo que les enseña a matar legalmente a otros. También se recurre a grupos mercenarios, como se hizo en Sri Lanka, pero esa es otra historia.
Sabe muy bien que, para que los gobiernos puedan reclutar suficiente cantidad de gente joven para las fuerzas armadas, los niños y adolescentes son premiados cuando demuestran tener mejor puntería con un arma que los demás; su fascinación por las armas, las luchas, la sangre, tortura y asesinatos es reforzada gracias a ciertos juguetes, videojuegos, películas, programas de televisión, deportes, etc. En los ochenta, participé como visitante no profesional de monitoreo a comisarías (un trabajo voluntario para el Ministerio del Interior). Hablé con cientos de criminales violentos. Varios de ellos se volcaron a la violencia después de mirar determinadas películas en el cine y la televisión, buscando emular a los “héroes” de la pantalla. El “héroe” siempre era el que mejor disparaba.
Me decepcionó cuando dijo que se necesita mayor financiación estatal para reducir la violencia. Desde que vivo en el Reino Unido, hace 54 años, siempre se ha pedido y se ha concedido financiación para reducirla, ¿y cuál ha sido el resultado? Más violencia.
Con sus acciones belicosas a nivel mundial, el gobierno envía el mensaje de que “los problemas se resuelven solo con violencia”. Y los diplomáticos están para prepararle el terreno. Viví 7 años en Ginebra, y le puedo asegurar que muchas guerras fueron concebidas, planeadas y acordadas por diplomáticos de las Naciones Unidas, varios beneficiándose económicamente con ello. Todo se realizaba bajo la supervisión y la aprobación de su Secretario General, quien está ahí para garantizar que sus empleadores, es decir, los Estados miembros, puedan llevar a cabo sus planes bélicos.
Nada va a cambiar si no acabamos con el militarismo en todo el planeta. Con la abolición universal del militarismo, las fuerzas armadas y toda la industria bélica, se podrá desarrollar la sociedad con la que usted sueña: una sociedad donde la religión, el color de la piel y la nacionalidad no puedan ser usadas por los gobiernos para promover y ejercer su deporte preferido y negocio lucrativo. Negocio para algunos, pero, para la economía de un país, la guerra es un desastre.
Espabílese, estimado Sr. Khan, por usted, su esposa, sus hijos, Londres, Gran Bretaña y todos los niños del mundo. Caso contrario, sus hijos y los de todos heredarán un planeta invivible.
Alberto Portugheis
Presidente de HUFUD