Respuesta de Alberto Portugheis a un artículo donde se afirma que Aga Khan no debería opinar sobre el conflicto palestino-israelí ya que es solo un líder religioso.
Aga Khan es un político, pero ante todo un diplomático y un hombre de negocios.
No se opone a las guerras y a las matanzas. Él mismo posee dos aviones de combate. Los gobiernos trabajan junto a líderes religiosos porque son socios tácitos de la industria militar. En el Reino Unido, la Iglesia de Inglaterra es uno de los principales inversores de la división militar de General Electric.
Argentina formalmente es un estado laico, pero su ministerio de relaciones exteriores se llama Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. El Papa es uno de los líderes políticos más poderosos del mundo.
Quien dirige la Iglesia de Inglaterra no es el arzobispo de Canterbury sino la Reina Isabel II. El arzobispo es seleccionado por medio de un comité compuesto mayormente por miembros de la Cámara de los Lores.
Como todo hombre de negocios, Aga Khan promueve la solución de los dos Estados. En vez de pedir que judíos y musulmanes convivan, lo que en realidad está pidiendo es que haya una auténtica guerra entre ellos; algo que sería muy fácil de organizar una vez que Palestina tenga las fuerzas armadas apropiadas.
En cuanto a la animosidad, los judíos sufrieron mucho más a manos de los cristianos. Su enemistad es más antigua que el conflicto entre judaísmo e islam. Comenzó en el siglo III, cuando el papado se fue de Aviñón (Francia) a Roma. Sabían que los romanos habían crucificado a Jesús, pero llegaron a un acuerdo: “ustedes nos dan una parte de Roma, y nosotros, en vez de revelar la verdad, acusaremos a los judíos de haber matado al mensajero de Dios”.
Ese fue el comienzo del antisemitismo. Los judíos se escapaban hacia América de las persecuciones que hacían los cristianos. Los pogromos (palabra eslava), o las persecuciones de judíos y los guetos, empezaron en Rusia, bajo las órdenes de la Iglesia ortodoxa. Luego se esparcieron a los países católicos de Polonia y Lituania.
La animosidad entre islam y judaísmo surge como una iniciativa política y de la industria militar. Por ejemplo, Irán, en las Naciones Unidas, acordó jugar el rol de enemigo de Israel, incluso declarando que borrarían al país del mapa. Pero en Irán, hay 15 sinagogas (el judaísmo existe en Irán desde unos seis siglos antes de que el país zoroástrico adoptara el islam). Hay profesores judíos en la Universidad de Teherán. Miren cómo el expresidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, recibía a un gran número de rabinos en su oficina: https://www.youtube.com/watch?v=R-r04SQ97_Q